lunes, 30 de agosto de 2010

Descorchando un viejo vino, casi dejado en el olvido


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Con la intención de comenzar un libro que terminaría en muchos años (algunas historias aún no están escritas, otras ya dejaron su huella), escribí estos párrafos en forma de prólogo (un borrador del borrador podría ser). Actualmente después de decidir dar por terminada una relación que nunca terminaría por aportar nada positivo, y a causa de mi reciente despido de una productora (el cual fue totalmente injusto), decidí retomarlo. Aquí va un primer acercamiento al libro que aún no tiene título. 
(Podría llegar a tener más adelante alguna influencia de los libros de WEI HUI...)



¿Cuales son realmente los momentos que te marcan en la vida? De los cuales sentís que no te podrás reponer o que por lo menos por arte de magia (por que nada está escrito) aprenderás algo. Realmente sucede que cuando nos separamos de alguien, esa persona termina por robarte un cuarto o dos de tu esencia, de tus ganas de enamorarte siquiera del amor. Tanta pasión inescrupulosa tiene ese efecto, no se puede después de todo planear  sobre lo intangible, los resultados  pueden ser nefastos, con o sin plan. Al final no estoy escribiendo para entretener a nadie, ni para que se sientan identificados, estoy simplemente buscando a alguien que me enseñe como equilibrar la razón y las emociones, si se dan cuenta ya comienza a ser algo difícil por el simple hecho de que la balanza se inclina más hacia “las emociones” ya que son muchas, y por otro lado, la razón queda suspendida en el aire, sola.


Creo que todo ha comenzado cuando empecé a entender porque cada uno de nosotros necesita tener un psicólogo, con tan solo 12 años de edad. No hace falta entrar en detalles, el poder expresarnos con un profesional que posiblemente no debería estar juzgándonos es reconfortante. Ese sentimiento lo descubrí mucho más tarde, al tener problemas un poco más reales y menos existenciales. Hasta entonces, me conformé con escribir, ante la espera de la llegada de una mejor comprensión del mundo que llegaba con la madurez. Escribiría lo que se me ocurría de lo más trivial a lo más complejo de la telaraña de pensamientos y sentimientos.
Es así, uno escribe porque define a la acción de escribir como herramienta en la terapia. Terapia para solucionar qué? Solucionar un problema sobre algo intangible y casi inalcanzable, el buscar siempre sentir intensamente. Y solo existe un sentimiento que genera ese problema, el amor, y más precisamente la búsqueda del mismo.
12 años, sólo conocemos a esa edad lo que nos rodea, y no buscamos un significado ulterior a absolutamente nada. 2 años después, el cambio es radical. 2 años después todo se vuelve más intenso, las preguntas son numerosas y variadas, hasta que llega un punto en qué detestamos ser de la manera que somos y no podemos evitar preguntarnos si todo en lo que creemos es realmente importante. Qué es importante? Lo que nos defina, la gente que nos rodea.  Si, la gente, por que solos no nos podemos definir y el camino quedaría incompleto.
Por lo tanto, ¿qué termina siendo importante y real? Las personas que nos llevan a sentir intensamente.
Hola, Soy Natalia, adicta al amor intenso, al amor que tiene un comienzo claro y un final definido. Al amor que sabes que tiene fecha de vencimiento y por eso lo vas a disfrutar como si la vida de ambos terminara mañana. Ese es mi vicio, el cual no termina hasta que vuelva a ver a esa persona y deje de tenerlo en un pedestal. Hola de nuevo, sigo siendo yo, adicta al “amor”, las comillas no son un accesorio, ese “amor” que no es real, físico, al cual me es casi imposible dejarlo ir, de alguna forma me termina siempre encontrando.  Un día las cosas cambiaron, ese amor intenso me terminó por consumir poco a poco hasta el punto de darme cuenta que fue real, pero al llegar a ese punto me di cuenta que no tengo como recuperarlo, por eso la necesidad de volver a verlo para poder decir, aquí cierro capítulo.

Me parece que es un error cuando se pretende abstraer al ser amado de todas las circunstancias en las que se le conoció y en las que vive, cuando se hace el intento, con una laboriosa concentración, purificar del todo lo que no es él mismo, y por lo tanto también de la historia que junto a él se ha vivido y que forma el perfil del amor.


* Foto tomada por Camilo Cuevas en los bosques de Palermo, Diego Miranda y yo... ¿realidad o ficción? un poco de amor había, eso sí...